Nuestros primero padres cometieron la mayor injusticia de todos los tiempos al querer
quitarle a Dios su absoluta soberanía, porque engañados por Satanás, quisieron
ser como Dios.
Lo tenían todo en el Paraíso y desearon hasta lo que le correspondía
exclusivamente a Dios.
Fueron
demasiado ambiciosos y como todo se hereda, he aquí que nosotros, unos más y
otros menos, también somos ambiciosos y es lo peor que hemos heredado.
Muy
pocos se conforman con lo que tienen, casi todos queremos más.
Las
grandes potencias económicas en lugar de repartir entre las más necesitadas,
algunas se aprovechan de la ignorancia y necesidad para seguir enriqueciéndose.
Los
partidos políticos son tan ambiciosos de poder y privilegios que no escatiman
estrategias, mentiras y manipulaciones para, en lugar de gobernar para el bien
común de todos los ciudadanos, hacen todo lo posible para criticar, y a ser
posible, destruir a todo aquel que les descubra y reproche las injusticias que
cometen con el pueblo.
¿Quién no ha
cometido, por ambición, una injusticia social o familiar?
Ser justo es
difícil y a veces hasta heroico; pero la mayor alabanza que de alguien se puede
hacer, es cuando se le puede señalar como un hombre justo y cabal.
Dios tuvo que
arrasar Sodoma porque no encontró en ella ni diez justos como se lo estaba
pidiendo Abraham
Dios quiera
que no se esté fraguando la mayor injusticia. contra todo los españoles, porque
unos pocos ambiciosos y caprichosos inquilinos quieran ser propietarios de unas
parcelas sin más derecho o autoridad que la que decida, no la Justicia,
sino la política.
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