Todos sabemos que las raíces de cualquier árbol o arbusto, cuanto
más profundas e INVISIBLES sean, darán más corpulencia y longevidad
Dios que es lo más Invisible y
PROFUNDO en lo ALTO, no puede dejar de ser, queramos o no, lo más importante en
nuestras vidas ahora y eternamente.
Una sociedad será
verdaderamente progresista, civilizada y competitiva cuando los principios
éticos, morales y religiosos de sus gobernantes y gobernados sean profundos y
ENRAIZADOS en Dios.
Todas las ideologías, pueblos y
regímenes que han querido vivir sin contar con Dios, han tenido un progreso
ficticio y caduco porque no han sabido o querido echar RAÍCES en el trabajo y
sacrificio para crear riqueza y sólo han hecho lo más fácil que es repartirla y
no siempre con equidad.
El que va por el mundo sin
familia, sin pueblo y sin casi identidad, se le suele llamar individuo sin
RAÍCES y es de poco fiar.
Hoy día se está destruyendo la
sociedad porque se están secando las RAÍCES FAMILIARES con tantas separaciones,
divorcios, abortos y laicismo.
Los hijos nacen enraizados tan
superficialmente que ante cualquier ventolera se vuelven irascibles e
insoportables. Son arbolitos sin apena raíces.
Todo el que quiera vivir solamente de las raíces terrenales, que son tan superficiales y palpables, que fácilmente se secan, no podrá ser feliz por mucho tiempo.
Todo el que quiera vivir solamente de las raíces terrenales, que son tan superficiales y palpables, que fácilmente se secan, no podrá ser feliz por mucho tiempo.
Un pueblo que quiera vivir de
sus raíces culturales y costumbres escondidas solamente en el terruño y luchen
por separarse de los demás pueblos, difícilmente prosperarán.
Si los que constituyen la UNIÓN
EUROPEA no aceptan las RAÍCES y sus principios CRISTIANOS, no conseguirán una
UNIÓN fuerte y duradera.
A un árbol no se le pueden
tocar sus RAÍCES si queremos que viva muchos años.
Una sociedad civilizada y
progresista puede cambiar de muchas cosas: pero si quiere permanecer, que no
toque sus RAÍCES si están enterradas en los PRINCIPIOS CRISTIANOS.
La Iglesia católica lleva más
de dos mil años de permanencia, luchando contra viento y marea, gracias a que
nunca ha permitido que le sequen sus RAÍCES DIVINAS.
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