miércoles, 11 de septiembre de 2019

HAY QUE ESTAR ENRAIZADOS EN DIOS


        Todos sabemos que las raíces de cualquier árbol o arbusto, cuanto más profundas e INVISIBLES sean, darán  más corpulencia y longevidad

         Dios que es lo más Invisible y PROFUNDO en lo ALTO, no puede dejar de ser, queramos o no, lo más importante en nuestras vidas ahora y eternamente.

         Una sociedad será verdaderamente progresista, civilizada y competitiva cuando los principios éticos, morales y religiosos de sus gobernantes y gobernados sean profundos y ENRAIZADOS en Dios.

        Todas las ideologías, pueblos y regímenes que han querido vivir sin contar con Dios, han tenido un progreso ficticio y caduco porque no han sabido o querido echar RAÍCES en el trabajo y sacrificio para crear riqueza y sólo han hecho lo más fácil que es repartirla y no siempre con equidad.

        El que va por el mundo sin familia, sin pueblo y sin casi identidad, se le suele llamar individuo sin RAÍCES y es de poco fiar.

        Hoy día se está destruyendo la sociedad porque se están secando las RAÍCES FAMILIARES con tantas separaciones, divorcios, abortos y laicismo.

        Los hijos nacen enraizados tan superficialmente que ante cualquier ventolera se vuelven irascibles e insoportables. Son arbolitos sin apena raíces. 

        Todo el que quiera vivir solamente de las raíces terrenales, que son tan superficiales y palpables, que fácilmente se secan, no podrá ser feliz por mucho tiempo.

       Un pueblo que quiera vivir de sus raíces culturales y costumbres escondidas solamente en el terruño y luchen por separarse de los demás pueblos, difícilmente prosperarán.

       Si los que constituyen la UNIÓN EUROPEA no aceptan las RAÍCES y sus principios CRISTIANOS, no conseguirán una UNIÓN fuerte y duradera.

       A un árbol no se le pueden tocar sus RAÍCES si queremos que viva muchos años.

       Una sociedad civilizada y progresista puede cambiar de muchas cosas: pero si quiere permanecer, que no toque sus RAÍCES si están enterradas en los PRINCIPIOS CRISTIANOS.

       La Iglesia católica lleva más de dos mil años de permanencia, luchando contra viento y marea, gracias a que nunca ha permitido que le sequen sus RAÍCES DIVINAS.


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