Amor, amor…¡Menuda palabrita, tan manida y misteriosa! Todos sabemos qué es el amor y qué pocos lo practicamos.
No confundamos el amor con el cariño, la amistad, la
afinidad, la compasión, las pasiones, los apetitos, las filias, los celos, las
preferencias.
El amor es todo eso y mucho más. y es tan sublime y
surge de algo tan espiritual y profundo como el alma, que no se puede definir,
sino sólo SENTIR
Existen tres amores puros y auténticos:
El primer amor, que todos en más o menos, hemos sentido
y que al ser PLATÓNICO, también hemos sufrido, es el más puro e inocente.
El amor CONYUGAL indestructible, a los hijos pequeños
e indefensos es el más sacrificado y gratificante.
Al amar a DIOS, nos pone a SU altura que nos DIVINIZA y nos ELEVA hasta `poder vivir por encima de todas las adversidades.
El que tenga estos tres amores o alguno de ellos,
puede que consiga algo de felicidad.
Los demás, mal llamados amores, nos darán placer; pero
placer no es sinónimo de felicidad. La felicidad es algo más profundo y
duradero que casi roza con lo DIVINO,
Se nos pide que amemos al prójimo, o
sea, próximo, porque al tenerlos tan cerca y conocer sus defectos, es, a veces,
a quien más criticamos y odiamos.
Es muy triste ver que cuando se nos dice que debemos
amarnos como hermanos, que es cuando, por desgracia, se dan más enfrentamientos y
aunque es verdad que con el roce, surge el cariño, también se entablan
discusiones de las que saltan chispas, y
todo porque no conocemos y menos aún PRACTICAMOS lo que en el capítulo trece de
su carta a los Corintios, dejó escrito San Pablo sobre el amor:
El amor es longánime
Es benigno,
no es envidioso
no es jactancioso
no se hincha
no es descortés
no busca lo suyo
no se irrita
no piensa mal
no se alegra de la injusticia
se complace en la verdad
todo lo excusa
todo lo cree
todo lo espera
todo lo tolera.
Yo me atrevería a decir que para AMAR
al PRÓJIMO, sería pensar:
No puedo ODIAR lo que Dios AMA por muy
malo que sea.
El que practique el amor con estas
cualidades, estará por encima de todo y de todos, y aunque tenga que seguir
volando a ras de tierra, no le salpicará el barro y conseguirá algo de
felicidad tan deseada y tan poco hallada.
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