¿Se podría llamar inteligente o LISTILLO al que haya
conseguido vivir sin dar golpe, a costa de los demás, mintiendo, manipulando,
robando, o sea el clásico sinvergüenza, el cara dura al que tarde o temprano,
se las darán todas en un carrillo ahora y en el más ALLÁ en los dos?
El que con trabajo, estudio, honradez y sacrificio haya conseguido un destacado puesto de trabajo, prestigio social y creado una familia modélica, sea creyente, practicante y muy amante de Jesucristo ¿Se le podría considerar INTELIGENTE porque va por el buen camino.
El que haya “Vivido, no él sino CRISTO en él”.
El que ame tanto a Jesucristo que “Viva deseando la muerte
para estar con ÉL”.
Y sobre todo si la SABIDURÍA ha sido su
MORADA, será un SANTO que es el ser humano MÁS INTELIGENTE, aunque haya sido
analfabeto, humilde e ignorado por muchos, porque:
Se ha dejado llevar por Dios y, al tenerLO tan presente, le
OBEDECE ciegamente y jamás se suelta de SU mano.
Sepamos qué es la SABIDURÍA, según la Biblia:
“En la Sabiduría hay un espíritu INTELIGENTE.
Santo, Único y Múltiple.
Sutil, Ágil, Penetrante.
Inmaculado, Claro, Inofensivo.
Benévolo, Agudo.
Libre, Bienhechor.
Amante de los hombres.
Seguro y Tranquilo.
Es un hálito del Poder Divino y una emanación pura de la
gloria de Dios Omnipotente, por lo cual, nada manchado hay en ella.
Dios a nadie ama sino al que MORA en la SABIDURÍA”.
Pilar Miró en si libro "El hombre de Villa Tevere" dice que:
“Un SANTO es un avaricioso que va llenándose de Dios a
fuerza de vaciarse de sí.
Es un pobre que hace su fortuna desvalijando las arcas de
Dios.
Es un débil que se amuralla en Dios y en ÉL construye su
fortaleza
Es un imbécil – Stulta mundi – que se ilustra y se doctora
con la sabiduría de Dios.
Es un rebelde que así mismo se amarra con las cadenas de la
libertad de Dios.
Es un miserable que se lava su inmundicia en la misericordia
de Dios.
Es un paria de la
tierra que planta en Dios su casa, su ciudad y su patria.
Es un cobarde que se hace gallardo y valiente, escudado en
el poder de Dios.
Es un pusilánime que se dilata y se crece con la magnificencia de Dios.
Es un ambicioso de tal envergadura que sólo se satisface
poseyendo cada vez más ración de Dios.
Es un hombre que todo lo toma de Dios, un ladrón que le roba
a Dios hasta el AMOR con que poder amarle”.
Y Dios se deja saquear por sus santos. Ése es el gozo de
Dios. Ése es el secreto negocio de los santos.
Así pues, ¿Qué es más importante? ¿Qué es más valioso? ¿Lo
que el hombre hace por Dios, o lo que Dios hace por el hombre?
En definitiva, el quid de la SANTIDAD es una cuestión
de confianza: lo que el hombre esté dispuesto a dejar que Dios haga en él.
No es tanto el “Yo hago”, como el “Hágase en mí”.
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