miércoles, 9 de julio de 2014

CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO


         Gracias, a la EVOLUCIÓN inteligente mirando siempre al bien espiritual de todos, creyentes o no creyentes y no a una REVOLUCIÓN que sólo trae PAN para hoy y HAMBRE para mañana, la Iglesia de hoy no tiene el MISMO poder que tenia cuando Don Quijote le dijo esto Sancho Panza.

         Los PODERES  que siempre ha deseado tener la Iglesia y ahora lo está ejerciendo son:
Libertad plena para decir y vivir como católico o dejar de serlo, siendo todos iguales ante Dios.
No exige ninguna cuota de afiliación.
          
        Todos sus servicios espirituales y materiales  los da gratis.
        
        Ninguna de sus leyes y consejos son punitivos ni recaudatorios.
       
        Los fieles que se reúnen en sus iglesias como en un  parlamento, ni cobran ni pagan por asistir.
      
       La Iglesia a través de Caritas y otras muchas organizaciones asistenciales y humanitarias da gratis a miles de personas  necesitadas, sin buscar votos ni adeptos.
    
     Sus enseñanzas no adoctrinan a explotadores, ni terroristas, ni a corruptos, ni sinvergüenzas, ni alcohólicos, drogadictos etc, sino todo lo contrario los acoge e intenta llevarlos por el buen camino.
         Como única imagen propagandística y educadora en las escuelas  no es la de alguien que ofrezca el oro y el moro para alcanzar el poder sino la de un DIOS CRUCIFICADO

.
         Es la más débil e indefensa porque no tiene policía, ni abogados defensores y a sus miembros no se le permite usar la violencia en “defensa propia”.
        
Siempre está expuesta a que cualquier líder que llegue al poder, y prometa, como banderín de enganche, dar el oro y el moro a los más necesitados cuando pueda quitar a la Iglesia lo que llaman privilegios.

En ese caso, Dios no lo quiera, se daría la triste  paradoja de que al ofrecer algo tan lejano   e INCIERTO, porque del dicho al hecho hay mucho trecho, dejaría sin ASISTENCIA  a los muchos NECESITADOS, que a lo mejor han sido los que más le han votado, porque la Iglesia ya no los podría mantener.


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