Porque Dios actúa mas como Padre que como Dios tratándonos como niños a los que les encanta las buenas sorpresas.
Nuestros Padres fueron ambiciosos, al
querer ser como dioses y al no obedecer perdieron el Paraíso; pero ganaron la LIBERTAD.
Porque si hubieran obedecido y no ambicionado
ser como dioses, ahora disfrutaríamos de un Paraíso Terrenal, siempre lo mismo
eternamente y con un cuerpo inmortal; pero al fin cuerpo…y veríamos a Dios;
pero nunca podríamos participar de su ESENCIA que es el AMOR
No todas las ambiciones son malas por
aquello de que “La avaricia rompe el saco”
Si no fuera por los muchos ambiciosos
altruistas, aventureros, héroes y Santos el mundo no habría progresado.
La obra CUMBRE de toda su Creación, fue
el hacernos Dios a su imagen y semejanza,
Adán, Eva y Satanás ignoraban que Dios, en el fondo,
lo que quería era que fuéramos como ÉL
Dios no fue menos ambicioso al querer disfrutar del
amor HUMANO que le podríamos dar LIBREMENTE aquí en la tierra, ya que en el MÁS ALLÁ no
podríamos AMAR a Dios en libertad.
Y por eso decidió hacerse HOMBRE para que nosotros
pudiéramos ser DIOSES.
Pero si para Dios, el tomar nuestra NATURALEZA, le
supuso vivir la vida que vivió y morir como murió, para nosotros no podría ser
más fácil porque lo que estaba en juego no era nada menos que llegar a ser como
DIOS, participando de su DIVINA ESENCIA.
Dios no quería darnos gratis algo tan sublime, porque
lo gratis no se aprecia y porque además algún mérito tendríamos que hacer para
conseguir algo tan SUBLIME y ETERNO.
También quiso que aun en este mundo pudiéramos
participar de su ESENCIA DIVINA que es
el AMOR puesto que bien claro dijo:
“VENID a mi
todos los que estéis angustiados con trabajos y cargas y yo os ALIVIARÉ”.
El VENID significa que sigue aquí ABAJO con nosotros
Y lo mismo cuando Dijo: Yo ESTARÉ con vosotros todos
los días, porque el ESTAR requiere presencia física.
Esa presencia física la tenemos en la EUCARISTÍA , cuando
dijo:
“El que COME mi carne y BEBE mi sangre, MORA en mí y YO en ÉL”
Y el MORAR en UNO es lo más unitivo.
Y el MORAR en UNO es lo más unitivo.
Todo esto como es tan GRANDIOSO y al mismo tiempo tan
fácil como es COMULGAR, se nos pasa casi desapercibido; pero no para Jesucristo
porque cuando LO recibimos, ÉL sí que hace en nosotros su obra de AMOR silencioso
y santificante.
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