“En verdad os digo, si no os volviereis
y os hiciereis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos. Pues el que
se humillare hasta hacerse como niño, ése será el más grande en el
Reino de los Cielos”
Estas contundentes palabras de
Jesucristo deberían ser suficientes para creerlas y ponerlas en práctica.
La misma vida real y cotidiana demuestra que los niños son los más felices
porque gozan de un anticipo de ese REINO.
Y todo porque están VIVIENDO sin darse cuenta las tres
Virtudes Teologales: FE, ESPERANZA y CARIDAD.
Ya que todo lo CREEN, todo lo ESPERAN,
AMAN mucho y son los más queridos.
La inocencia, la humildad, la sencillez, la ingenuidad, la falta de
malicia y el amor puro conquista los
corazones de todos y se dejan conquistar.
Dios, al que no haya vivido teniendo
FE, ESPERANZA y AMANDO con la humildad, pureza e ingenuidad de niño, puede que
le conceda una larga vida.
Porque la vejez, en muchos aspectos, es
como una segunda INFANCIA, aunque no guste por las muchas limitaciones físicas:
Se anda con las inseguridades y caídas de
los niños
Suelen tener las mismas limitaciones y carencias infantiles
Suelen tener los mismos miedos y preocupaciones de niño
Con sus ingenuas ocurrencias sin malicia y el contar tantas batallitas, provocan las risas y conquistan los corazones de los que les tienen
que cuidarle
Si se dice que los extremos te tocan.
Nadie podrá negar que la INFANCIA y la VEJEZ son muy similares.
Y ¿Por qué todo esto?
Porque Dios quiere dar la última oportunidad de MORIR
como niño al que no haya vivido como tal para que con la experiencia y sabiduría
de los años.
CREA en lo que verdaderamente hay que CREER,
CREA en lo que verdaderamente hay que CREER,
AME a DIOS
sobre todas las cosas y a los demás como quisiera ser amado
Y ESPERE a que la Misericordia de Dios les abra las puertas del REINO de los CIELOS.
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