Entre un Dios tan infinitamente lejano, poderoso, sapientísimo, bondadoso y tan perfecto, nos situamos nosotros los humanos, tan aquí abajo, tan ignorantes, a veces tan impotentes y tan llenos de limitaciones e imperfecciones, que necesariamente tenemos que caminar ensamblados.
Porque Dios sería como una rueda gigantesca dentada
y nosotros como minúsculas ruedecillas; pero con los dientes adecuados para
poder encajar con la rueda de Dios.
Lo pequeño se complementaría con lo grande, siempre y cuando las dos ruedas se adaptaran para engranarse y seguir funcionando
Lo pequeño se complementaría con lo grande, siempre y cuando las dos ruedas se adaptaran para engranarse y seguir funcionando
Dios siempre está dispuesto a ayudarnos
si nos dejamos ayudar.
Dios perdona todas nuestras limitaciones,
imperfecciones y pecados. Siempre que
nos reconozcamos débiles y le pidamos perdón y ayuda
Dios sigue conservando nuestro planeta
mientras nosotros con nuestros comportamientos suicidas no le metamos chinitas
en la gran rueda.
Dios nos seguirá dando el gran don de la
vida, mientras nosotros colaboremos con la procreación y no los matemos antes
de tiempo.
Dios no puede cambiar el giro de la rueda
de sus leyes físicas y naturales para que los humanos se esfuercen en
investigar y usen sus inteligencias para poder encajar con esa misteriosa rueda
y así poder seguir PROGRESANDO.
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