jueves, 17 de enero de 2019

¿POR QUÉ DEBERÍAMOS SER DE HIERRO O DE MADERA?


           Porque dado que tenemos luchar contra las duras o las maduras, deberíamos empezar por ser duros como el hierro con nosotros mismos para estar preparados y resistir a los contratiempos de la vida.

          El hierro se calienta y se enfría sin cambiar de forma.

         Calentarse y enfriarse internamente sin perder la compostura, sin subirse a las nubes en el optimismo ni hundirse en el abismo del pesimismo, sería lo ideal.

         El hierro no se dobla ante cualquier fuerza, aunque sabe doblegarse cuando se le trata adecuadamente.

         Doblegarse y renunciar de nuestros principios morales y religiosos ante cualquier ataque o crítica; no sería de buen cristiano; pero también saber perder la rigidez y ser flexible y tolerantes en ciertos momentos, sería bueno y constructivo.

         Del hierro, tratado adecuadamente con trabajo y arte, se pueden sacar muchas cosas útiles y artísticas.

        De nosotros podrían salir unos ciudadanos honrados, trabajadores y sobre todo religiosos y buenas personas, si supiéramos ponernos en manos de educadores bien formados moralmente y capacitados para enseñar, formar y saber evitar que las redes de una propaganda tendenciosa nos confundan.

        La madera si se calienta demasiado se puede quemar y sólo quedan cenizas No es flexible ni maleable, o se rompe o se esculpe y ante cualquier instrumento cede de su forma.

        Lo único que podemos aprender de la madera, que por otra parte es muy importante, es saberse quemar por los seres queridos y sobre todo por Dios, si llegara el caso, como hicieron tantos mártires.

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