Cando
Moisés llegó al monte Horeb se le apareció el ángel de Yavé en llama de fuego
en medio de una zarza. Veía Moisés que la zarza ardía y no se consumía.
Vio Yavé
que se acercaba para mirar, y le
dijo: No te acerques. Quita las sandalias de tus pies, que el lugar en que
estás es tierra santa y añadió: “Yo soy el Dios de tus padres” Moisés se cubrió
el rostro, pues temía mirar a Dios.
Jean Duval dice: “Sólo creo en aquellas verdades que se murmuran en una voz tan baja
como la primera luz del día”
En todas
las religiones ha existido un Dios invisible y hasta para los más ateos existe
algo grande e invisible como pueden ser las muchas utopías que desean y creen que existen.
De aquí
que también los grandes reyes y poderosos aunque tienen rostro no lo prodigan y
se manifiestan muy poco en público Ellos creen, y es posible, que los haga más
poderosos.. Por eso muchos se creen dioses
Los
verdaderamente creyentes, al menos, saben cómo fue la cara de Dios porque Jesucristo bien claro
lo manifestó cuando a la petición de un discípulo de que le mostrara al Padre,
le respondió: “Felipe, quien me ve a mí ve al Padre” y en otro pasaje dijo: “
El Padre y yo somos uno” y en otro: “ Mi Padre opera continuamente y yo ni más
ni menos”
Luego los que vivieron con Jesucristo, vivieron con Dios, aun sin darse cuenta, como nos puede suceder ahora a todos los que LO recibamos en la Comunión, no dándonos cuenta de que recibimos a DIOS.
Y esto nos sucede porque no lo PENSAMOS ya que sólo con el pensamiento se nos ABREN LOS OJOS de la FE.
Y esto nos sucede porque no lo PENSAMOS ya que sólo con el pensamiento se nos ABREN LOS OJOS de la FE.
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