Nuestro insigne don Miguel de
Unamuno que se reconoció agnóstico convencido y que dijo “El PERDÓN era
la VENGANZA de los grandes hombres” dejó escrita en su magnífica obra póstuma
“Diario Íntimo” las frases más bellas sobre la Madre de Dios:
“Pasan imperios, teorías, glorias, mundos enteros. Y quedan en entera calma la
eterna Virginidad y la eterna Maternidad, el misterio de la pureza y el
misterio de fecundidad (…)
He llegado hasta el ateísmo intelectual, hasta imaginar un mundo sin
Dios, pero ahora veo que siempre conservé una oculta fe en la Virgen
María.
En momentos de apuro se me escapaba maquinalmente del pecho la exclamación:
Madre de Misericordia, favoréceme. Racionalicé la fe.
Quise hacerme dueño y no esclavo de ella, y así llegué a la esclavitud en
vez de llegar a la libertad en Cristo. (…)
La oración es la única fuente de la posible comprensión del misterio ¡El
Rosario! ¡Rezar meditando los misterios!
No sutilizarlos ni escudriñarlos sobre los libros, sino meditarlos de rodillas y rezando. Éste es el camino”
¿A quién no le gusta que le recuerden algo de su vida y le agradezcan si ha hecho algo grande y maravilloso?
Pues cuando meditamos los misterios del Rosario, estamos recordando y agradeciendo a Jesucristo y a la Virgen todo lo que han hecho por nosotros y lo que nos prometen.
¿Por qué la Virgen en sus múltiples apariciones, sobre todo en Fátima, pide que se rece el rosario?
Porque Ella conoce muy bien nuestra naturaleza y sabe que no seríamos capaces de realizar en tan poco tiempo grandes meditaciones ni diálogos más sencillos para ponerse al habla con Dios, del que estamos tan necesitados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario