jueves, 25 de enero de 2018

¿CÓMO PODREMOS COMUNICARNOS CON NUESTROS DIFUNTOS?

         Cuando rezamos el Credo, decimos:

       “Creo en la Santa Iglesia Católica,y en la COMUNIÓN DE LOS SANTOS" 

       "Y también la Iglesia dice que  hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles, destruida la muerte y sometido todo, sus discípulos VIVIREMOS

Unos PEREGRINOS en la tierra.
Otros, YA DIFUNTOS  purificándose.
Otros estarán GLORIFICADOS contemplando claramente a Dios mismo.

Y Como Dios nos creo para que nos AMEMOS y nos “AMASÉMOS”, tendremos que seguir en esa COMUN-UNIÓN   los de arriba con los de abajo.

Los de arriba, o sea los que estén ya glorificados, nos podrán ayudar como prometió Santo Domingo moribundo a su hermano: “No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida”

“Pasaré mi CIELO haciendo el bien sobre la tierra” (Santa Teresa del Niño Jesús).

Los de abajo  conscientes de esta COMUNIÓN con los difuntos, desde los primeros tiempos del cristianismo se han ofrecido y se siguen ofreciendo oraciones,  Misas, velas y toda clase de  luminarias  para decirles a los seres queridos que su recuerdo permanece encendido en nosotros como las lucecitas.

Pero ¿Por qué no se comunican los difuntos con nosotros?

Cuenta Willian Dudley que en el fondo de un estanque vivían unas larvas. No comprendían qué pasaba después de subir por los tallos de lirios hasta la superficie del agua.

Intrigadas las larvas, se prometieron mutuamente que la siguiente a quien ordenaran que subiera a la superficie, volvería y les contaría lo sucedido, si había otra vida.

De pronto una de las larvas sintió el impulso urgente de buscar la superficie. Se subió a un lirio y experimentó una transformación dolorosa y a la vez gloriosa, que hizo de ella una libélula con dos pares de alas perfectas para el vuelo.

En vano trató de cumplir su promesa. Volaba una y otra vez por el estanque. Veía a sus amigas, las larvas en el fondo, sin poderles contar su vida espléndida y maravillosa que ahora poseía.

Entonces la grácil y bella libélula con su acrobático vuelo comprendió que, aunque la vieran, jamás le podrían reconocer. Estaban en dos mundos completamente distintos.
                             
Salvaneschi, literato católico escribe: Los muertos no están muertos. No lloremos a los que nos han  dejado solo aquí abajo. Ellos nos siguen invisibles…, pero presentes. Ellos nos acompañan hasta la última tarde”

Recordemos lo que le dijo Abrahán al rico Epulón, según nos cuenta el Evangelio, cuando le pidió que enviara al pobre Lázaro a la casa de su padre para que sus hermanos supieran de sus tormentos y así evitarle terminar como él.

“Tienen a Moisés y a los Profetas”. No padre Abrahán; pero si un muerto se lo dijera, harían penitencia.

“Si a Moisés y a los Profetas no escuchan, tampoco creerían a un resucitado, respondió Abrahán.


         

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