Esto que es lo que mucha gente IGNORANTE suele pensar y decir, pero sería inadmisible en cualquiera que tenga un poco de inteligencia.
Porque el que así pensara tendría que ver al difunto en persona, de lo contrario tendría que CREERLO si alguien CREIBLE, se lo dijera.
Para eso sepamos lo que
el Evangelio cuenta que cuando el rico Epulón, que estaba condenado,
pidió que alguien bajara y le comunicara a sus hermanos lo que le había
sucedido a él, para que salvaran, se le
respondió: que escuchen a los profetas, porque tampoco creerían si se lo dijera
un muerto resucitado.
El apóstol Santiago, San Pedro y San
Juan, cuando se transfiguró Jesucristo en el Monte Tabor, San Pedro exclamó:
“Qué bien estamos aquí” y todo porque
contemplaron por un momento la
Divinidad de Jesús.
San Esteban, el primer mártir de la
cristiandad, cuando era apedreado, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo y
vio la gloria de Dios y a Jesús en pie a la diestra de Dios, y dijo “Estoy
viendo los cielos abiertos y al hijo del hombre en pie, a la diestra de Dios”
San Pablo en su carta segunda a los
Corintios cuenta: “Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años – si en el
cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo tampoco lo sé, Dios lo sabe – fue
arrebatado hasta el tercer cielo; y sé que este hombre – si en el cuerpo o
fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado al paraíso y oyó
palabras inefables que el hombre no puede decir”.
Jesucristo desde la cruz le dijo al buen ladrón: “ Hoy mismo estarás
conmigo en el paraíso”
Santa Teresa estando lejos de
donde se estaba muriendo San Pedro de Alcántara, vio cómo entraba en la gloria.
La Virgen de Fátima hizo que los pastorcillos tuvieran una visión del infierno
y les pidió que rezaran y se sacrificaran para que no se condenaran tantos.
Se cuenta que San Bruno, fundador de los Cartujos, estando rezando
ante el cadáver de un sacerdote, éste se incorporó dijo que no rezaran porque
estaba en el infierno y ante tal acontecimiento se retiró a un paraje lejos del
mundo llamado cartuja para hacer penitencia
y orar, porque si un sacerdote se había condenado...
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