En las biografías de todos los prohombres que han existido, se han dado en sus vidas circunstancias, una veces sublimes y otras humillantes; pero en ninguno como en la vida de Jesucristo.
Recorriendo
la vida de Jesucristo empezando por su nacimiento en un pesebre y siendo perseguido
a muerte, por Herodes que ya temía perder su poder.
Su vida oculta durante 30 años. Sus tres
años de vida pública, dándonos sapientísimos
consejos, que siguen válidos y, ojala siguiéramos y obrando tantos milagros,
sin ostentación y con un poder, que jamás hombre pudo ejercer.
Al final
se somete voluntariamente, al juicio más injusto e inicuo, con un jurado,
posiblemente compuesto por individuos que fueron curados o ayudados por EL;
pero hábilmente manipulado por los que temían que Jesucristo le arrebatara el
poder, como hubiera sucedido ahora, LO declararon culpable, y no con una condena cualquiera, sino a morir
crucificado, ordenada por un juez cobarde y prevaricador, que también temía
perder protagonismo y poder, como ahora.
LO
contemplamos crucificado sin quejarse y encima perdonando a sus verdugos,
dejándonos a su Madre como nuestra y prometiendo el Paraíso al buen ladrón.
Con este
final hubiera sido considerado el hombre más desgraciado de todos los tiempos;
pero como ERA DIOS, tenía que
actuar como tal.
Por eso
LO vemos resucitado al tercer día, no
como un drogado que ha podido soportar los dolores y aguantar sepultado tres
días, según quieren sostener, contra
todo argumento médico e histórico, algunos
indocumentados y malintencionados, sino con todo el poder de UN DIOS,
que sólo por AMOR, puso en un platillo de la balanza todos sus sufrimientos y
humillaciones para contrarrestar todos los pecados, injusticias y maldades de
entonces, de ahora y de todos los tiempos.
Luego
Jesucristo que MURIÓ como el hombre, MÁS DESGRACIADO, RESUCITÓ como DIOS, pese a quien pese.
No hay comentarios:
Publicar un comentario