La vida
es un diamante en bruto que nos regala Dios y que cuando tiene la suerte de ser
depositado en el seno de una mujer muy maternal y es recibido con ilusión,
alegría y cariño, puede convertirse en un solitario de muchos kilates.
Si otra mujer por una mal llamada ideología progresista,
manipulada políticamente y acogiéndose al derecho de la libertad, haciendo caso
omiso de que el primer derecho es el de la vida, arroja a la basura el
diamante, se priva de que, a lo mejor, lo que ha despreciado hubiera podido ser
una “Joya de la Corona”
Hasta
que ese diamante no tenga vida propia, estará expuesto a múltiples
eventualidades, unas le ayudarán a pulirse, otras les incrementarán las
impurezas, como pueden ser una incorrecta educación humana o religiosa, porque
en lugar de enseñarle trabajo, esfuerzo, sacrificio y dominio de si mismo, le
darán toda clase de caprichos materiales y sentimentales.
Cuando
tenga uso de razón y voluntad propia, deberá mirar hacia atrás y corregir las
desviaciones que haya tenido que soportar. Siempre hay tiempo de cambiar de
camino. Jamás decir: Así me han educado.
Lo
primero que tiene que hacer es ponerse en manos de Dios que es el mejor tallador y pulidor.
Deberá saber y querer rodease de inteligentes
y buenas personas, estar muy atento a las manipulaciones, envidias y
tentaciones que le impedirán librarse de las impurezas para conseguir terminar
siendo un brillante que deslumbre a los demás y al final de su vida se pueda presentar ante Dios como un diamantino.
A veces,
ese diamante puede que sea rechazado al mostrar ciertas aristas difíciles de
tallar; pero en el fondo es una joya valiosísima, porque cuando sea aceptado
con cariño, conseguirá que otras muchas personas con su roce vayan limando
esquinas y consigan convertirse en otras piedras preciosísimas.
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