martes, 14 de mayo de 2019

DIOS NOS TIENE CONDENADOS GRATA O INGRATAMENTE A MUCHAS COSAS


          Dios, con la cooperación de nuestros padres nos da la vida, pero sin nuestro consentimiento.

         Tener que sudar para comer.

         Desear tener un trabajo y luego maldecirlo
 
          Cuando usando nuestra libertad, nos metemos en algo placentero, que luego es un infiero

          Del amar locamente se convierte en odio homicida.

          Deseamos tener amigos para después despellejarnos vivos

         ¿Quién en momentos difíciles no ha llegado a decir: Me valdría más no haber nacido?.

          Dios nos da la vida para que la vivamos en PAZ y en gracia de Dios.

          Y nosotros  la convertimos en un infierno porque no sabemos o no queremos vivir en convivencia.

          Bien claro Jesucristo dijo:

          La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da os la doy yo” (Jn.cap.14).

         Si no somos capaces de vivir en convivencia, o sea en Paz y Gracia de Dios, no nos podremos quejar si estamos siempre en guerra.

         Si  no queremos estar condenados a un malvivir, luchemos para que siempre reine la paz que no es otra que la convivencia.

        Nos pongamos como nos pongamos, estamos condenados a convivir, porque Dios quiso que “Nos amásemos y nos amasémos.” Ley de vida; pero para que ese amasarse sea llevadero, hay que saber renunciar a muchas cosas.

         Saber y querer perdonar “Hasta setenta veces siete” como Jesucristo le dijo a San Pedro, lo que significa que prácticamente siempre hay que perdonar, y si ha sido calumniado, despreciado, o injuriado, que no lo tenga en cuenta, que pase de todo como si no fuera con él. 

         El que haga esto, sufrirá; pero es el precio que tiene que pagar para ganar en tranquilidad. 

        Que lo medite, compare y se dará cuenta, que en muchos casos, se gana más haciendo oídos sordos. Y Se diga aquello: “Ande yo caliente y ríase la gente”.

        Jamás vengarse porque la VENGANZA de los hombres buenos, es perdonar. Unamuno lo dijo así: “El perdón es la venganza de los hombres buenos”.

       Existen muchas pequeñas, solapadas y sutiles venganzas intencionadas o no; pero que pueden provocar una guerra fría, corta o larga.

       Si alguien, en broma o en serio, suelta una palabrita con la que pueda herir a otra persona, puede provocar dos reacciones:

      Que se dé por ofendida, se la guarde y a la primera de cambio, se la devuelve.

      Que se arme la guerra declarada o soterrada; pero que mina la convivencia.

      Que la ofendida, aguante y nuca se vengue, o la que ha ofendido, pida perdón y entonces la convivencia será muy cordial y duradera.

      Para todo esto tenemos que tener muy presente y recordar lo que rezamos en el Padre Nuestro cuando decimos; 

     “Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” o aquello otro “No quieras para los demás lo que no quieras para ti” o “Con la misma medida que midáis seréis medidos.” 

       Todo es de difícil cumplimiento; pero si no se cumple, será peor, el tiempo lo dirá.


No hay comentarios: