Porque como fuimos creados a imagen y semejanza de
Dios, es obvio que cuanto más nos
parezcamos ÉL, seremos más felices.
Pero como Dios está allá arriba y nosotros aquí abajo
¿Dónde estará el punto de encuentro para imitarlo?
Nosotros conocemos y disfrutamos aquí abajo de las
cosas y las personas a través de nuestros cinco sentidos VER, OIR, OLER, GUSTAR
y TOCAR.
Sólo podremos conocer y disfrutar de Dios, aquí abajo,
mediante la FE que
es un SEXTO sentido poco conocido y menos practicado y sin el cual no se pueden
DIVINIZAR todo cuanto vemos, olemos, gustamos y tocamos.
.
Si sabemos VER la mano de Dios detrás de todas las
maravillas, grandes o pequeñas que nos rodean, ya LE estaremos VIENDO.
ESCUCHANDO la silenciosa armonía del universo y si, a través de cualquier genial sinfonía, percibimos la batuta de Dios, LE estaremos OYENDO.
Al OLER el inmenso y variadísimo perfume de todas las flores del campo, no podremos ignorar que Dios ha pasado por allí, y así OLEREMOS su reguero.
SABOREANDO los múltiples sabores de los alimentos naturales o preparados por nuestra sabiduría culinaria GUSTAREMOS de un Dios que tan cariñosamente nos ha preparado tales menús.
Cuando en un día de calor, nos acaricie una suave brisa, o los rayos de sol se posen sobre nosotros en un día gélido de invierno, será como si Dios nos estuviera TOCANDO con su mirada.
Si queremos sentirnos FELICES en la tierra, tendremos
que poner los cinco sentidos en todo cuanto hagamos realizándolos como Dios manda.
Porque no podemos ir por la vida VIÉNDOLO todo sin
fijarnos en nada y con los ojos muy abiertos para todo lo inmoral y pecaminoso
y muy cerrados para no ver con buenos ojos a los demás.
Deberíamos cerrar nuestros OÍDOS a toda crítica o calumnia, para tenerlos bien abiertos a los buenos consejos.
OLFATEAR todo lo bueno y no meter las narices donde no debamos,
GUSTAR de todos los manjares sin sibaritismos, glotonería y sobre todo compartirlos con los demás.
Saber DAR Y RECIBIR las caricias de nuestros seres queridos y no andar SOBANDO todo bicho viviente.
No será suficiente para llegar a ser plenamente feliz, el vivir este
SEXTO sentido, con lo que se divinizan cosas MATERIALES, le hará falta además
POSEER A DIOS.
Leamos lo que un día Jesucristo le dijo a Santa Teresa
de Jesús:
“¡Ay, hija mía, qué pocos me AMAN con verdad! Que si
me amasen, no les encubriría mis secretos.
¿Sabes qué es amarme con VERDAD?. Entender que todo es
MENTIRA lo que no es AGRADARME a MÍ.
Puede que alguien piense que es un tanto ridícula la
expresión “Ay hija mía” el que Jesucristo, todo un DIOS se la dirija a una de
sus hijas amadas.
¿Acaso es ridículo que un padre le diga su bebé
abrazándolo: “Estas para comerte”?
No olvidemos que nosotros aunque tengamos cien años,
seguimos siendo unos BEBÉS para Dios mientras estemos en este mundo comparado
con el tiempo que estaremos ETERNAMENTE con Dios.
Al que no se lo merezca por sus muchos pecados,
posiblemente le diría también con ternura y tristeza; Ay, hijo mío, qué lejos
estás de MÏ”
.
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