No tenemos ningún poder si no conseguimos asociarnos para huelgas
y reclamaciones justas no atendidas cuando las hacemos individualmente.
Existen varios poderes que están en nuestras manos, como sería,
cuando hay elecciones, el poder VOTAR sabiendo que es un cheque en blanco que
si lo hacen efectivo en contra de nuestros deseos, no podremos ni reclamar
aunque comprobemos que nos han mentido y manipulado.
También tenemos el poder de OPINAR y no siempre, si queremos
“salir en la foto.”
Solamente existe un poder individual el de la ORACIÓN, con el que
se pueden conseguir lo que se quiera; pero muy difícil de llevarlo a la
práctica.
Es relativamente fácil creer en la existencia de Dios, de
Jesucristo, de la Virgen, de los Santos y del poder de la oración.
¿Cuántos saben o quieren poner en práctica ese PODER individual de
la ORACIÓN?
Ante cualquier adversidad nos enfadamos, nos angustiamos; pero
jamás ponemos en práctica aquello de “A Dios rogando y con el mazo dando” y si
lo hacemos es porque “Sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena”; pero
muy pocas veces nos refugiamos en Dios para ponernos en sus manos paternales,
aceptando humildemente SU VOLUNTAD.
Sabemos por la historia que muchos han conseguido con este PODER
hasta MILAGROS que es lo más difícil.
Casi todos los Santos que veneramos y están en los altares es
porque la Iglesia le ha reconocido algún milagro concedido por el Santo al que
se lo ha pedido con confiadas oraciones.
Recordemos por qué y cómo Jesucristo concedió algunos de los
muchos milagros que hizo.
“Saliendo de allí, Jesús, se retiró a los términos de Tiro y
Sidón. Una mujer Cananea de aquellos contornos, comenzó a gritar, diciendo: Ten
piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija es malamente atormentada por el
demonio; pero El no le contestaba palabra.
Los discípulos se le acercaron y le rogaron diciendo: Despídela,
pues viene gritando detrás de nosotros. El respondió y dijo: No he sido enviado
sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Más ella acercándose, se postró ante ÉL diciendo: ¡Señor
socórreme!. Contestó Él y dijo: No es bueno tomar el pan de los hijos y
arrojarlo a los perrillos. Más ella dijo: Cierto Señor; pero también los
perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.
Entonces Jesús le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase contigo
como tú QUIERES Y desde aquella hora quedó curada su hija.”
Luego queda claro que nuestra SUPLICA tiene el mismo PODER que el de Jesucristo.
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