lunes, 4 de febrero de 2019

SOÑAMOS DESPIERTOS Y VIVIMOS DORMIDOS


        Soñamos bien despiertos, pensando y esperando que la vida nos sorprenda con algo bueno, grande y a ser posible maravilloso.

        Gastamos nuestro dinero en juegos de azar esperando y gozando con la ilusión (que es con lo único que al final vamos disfrutar) de que nos toquen los millones deseados.

        Nos tiramos gran parte de nuestra vida ansiando vernos sorprendidos con un magnífico trabajo bien remunerado.

        Soñamos con alcanzar el amor de nuestra vida

        Estamos todo el año pensando y haciendo planes para disfrutar de unas soñadas vacaciones.

       Aunque todos estos son sueños deseados e ineludibles, los sueños, sueños son.

      Y por desgracia, vivimos bien dormidos, sin que se nos pase  por la imaginación lo que nos vamos  a encontrar, tarde o temprano, cuando nos encontremos ante Dios nuestro Padre

      Muchos rechazan esta imaginación por el hecho de tener que pasar antes por el trance de la muerte., ignorando que le espera la más grande e inconcebible sorpresa de encontrarse, en milésimas de segundo, transportado de una vida temporal, por buena o mala que sea, a una eterna, gozando de lo que jamás pudo soñar ni desear.

      Leamos lo que San Pedro dejó escrito en su primera carta:

      “Bendito sea Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos reengendró a una viva esperanza por la resurrección de Jesucristo entre los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, que os está reservada en los cielos, a los que por el poder de Dios habéis sido guardados mediante la fe para la salvación que está dispuesta a manifestarse en el tiempo último."

       Algunos santos, ya en la tierra, gozaron por algunos momentos de lo que sería la otra vida.

      San Pablo en su carta segunda a los Corintios cuenta:

      “Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años – si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, tampoco lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado hasta el tercer cielo; y sé que este hombre – si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado al Paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede decir”.

      "Todos los males o bienes de este mundo, no son, en nada comparados, con los bienes que Dios tiene preparado para los que le aman"

       Y Jesucristo, que es Dios, dijo:

     "Si alguno me ama y guarda mi palabra, mi Padre le amará y vendremos a él y haremos MORADA en él"

      "Y el come mi carne y bebe mi sangre, MORA en MÍ y YO en él"

      Si viviéramos bien DESPIERTOS estas VERDADES, nos podríamos echar a DORMIR porque todo lo deseado y esperado nos vendrán por añadidura.

No hay comentarios: