Jesucristo dijo: Si alguno de vosotros
tuviere un amigo y viniere a él a media noche y le dijera: Amigo, préstame tres
panes, pues un amigo mío ha llegado de viaje y no tengo qué darle. Y él,
respondiendo de dentro, le dijese:
La puerta está ya cerrada y mis niños
están ya conmigo en la cama; no puedo levantarme para dártelos.
Yo os digo que, si no se levanta y se
los da por ser amigo suyo, al menos por su
desvergüenza se levantará y le dará cuanto necesite.
Os digo pues: Pedid y recibiréis,
buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá, porque quien pide recibe, y quien
busca halla y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, si el hijo
le pide un pan, le dará, en vez de un pez, le dará una piedra?
Pues si vosotros, pues siendo malos,
sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos.
¿Cuánto más vuestro Padre Celestial dará el ESPÍRITU SANTO a los que se lo piden?
¿Cuánto más vuestro Padre Celestial dará el ESPÍRITU SANTO a los que se lo piden?
Aunque aquí está las respuesta más contundente del por
qué tenemos que pedirle a Dios, también deberíamos
saber que Dios lo que realmente desea darnos no son las cosas materiales de las
cuales ya nos preocupamos y, a veces demasiado, sino las espirituales.
Bien claro termina Jesucristo diciendo: Vuestro Padre Celestial
os dará el Espíritu Santo al que se lo pida.
Ese Espíritu Santo es el AMOR de DIOS PERSONIFICADO en
el Espíritu Santo que es la
Persona más invisible, como es el AMOR.
Pero para poder
recibir ese amor de Dios, nos tenemos que poner en contacto, el mayor tiempo
posible, puesto que Él siempre nos está esperando.
Como, por desgracia, sólo nos ponemos al habla con
Dios cuando necesitamos algo material, por aquello de sólo nos acordamos de
“Santa Bárbara cuando truena” es por lo que tendremos que PEDIR para conectar
con Dios.
¡Ojala supiéramos decir: “Señor quiero estar en tu
presencia sin pedirte nada y nos saliera del fondo de nosotros los versos del
poeta anónimo del siglo XVI
Muéveme, en fin, tu amor, y de tal manera
que aunque no
hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
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