jueves, 27 de junio de 2019

¿POR QUÉ EL VERBO SE HIZO CARNE Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS?


      Aunque las palabras se las lleva el viento, la escritas, escritas quedan como dijo Pilato, 

      Las que pronunció Jesucristo no sólo quedaron escritas, sino que se convirtieron en  VIDA al tomar Jesucristo, siendo Dios, nuestra naturaleza y vive entre nosotros

       Llegó un tiempo en que Dios rompió su eterno silencio cuando dijo:

      Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, porque quiso tener unos interlocutores válidos.

         Dios habló a su pueblo escogido a través de sus Profetas; pero quiso tener más intimidad y por eso el VERBO (o sea la palabra de Dios) se hizo carne y habitó entre nosotros.

          Jesucristo predicó durante tres años y como, a veces, lo que se dice queda escrito en el agua, los Evangelios son como actas notariales de todo lo que hizo y dijo.

         Para que lo predicado por Jesucristo se vuelvan a convertir para cada uno de nosotros, como unos susurros cariñosos, deberemos estar callados interiormente y ajenos a los ruidos externos, para que puedan calar hasta el fondo de nuestras mentes abiertas y limpios corazones.

       ¿Cuanta gente se ha recriminado así misma diciéndose: Ojalá hubiese callado? Porque al romper su silencio ha soltado una frase hiriente o ha dicho una mentira y su credibilidad puede que caiga en picado.

         A muchos se les puede decir: Calladito estás más guapo. Por la boca muere el pez y en boquita cerrada no entran moscas.

        Todos estos dichos se les podrían aplicar a muchos políticos, gobernantes y gente común que sólo hablan por no callar y, a veces, callan cuando deberían hablar y sobre todo actuar. 

        Obras son amores y no buenas palabras. El que calla, otorga, cuando debería manifestarse.

         Hay que saber administrar bien los silencios en la vida pública y en la privada.

         Un silencio a tiempo evita muchos problemas. Cualquier discusión se acaba en cuanto uno se calla.

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