Es posible que alguien a leer el título
diga: Ya estamos, con Satanás a quien casi siempre le echamos las culpas de
nuestros pecados porque nos tienta.
En parte llevaría razón porque el único poder que Dios le ha dejado a
Satanás es el tentarnos y sobre todo en los del sexo, por la envidia que nos
tiene al no poder procrear nuevas vidas, como lo podemos hacer nosotros mediante
el uso correcto del sexo, y que nos sitúa a la altura del Creador
En nuestra niñez todo lo CREEMOS, todo
lo ESPERAMOS, AMAMOS, somos AMADOS y Satanás ni nos mira.
Por eso Jesucristo nos dijo: Si no os
hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos, porque es muy triste
y muy real que en cuanto entramos en la pubertad o juventud y se despierta en
nosotros el sexo, es como vivir dentro de un avispero.
El sexo, aunque nos parezca mentira, es,
junto con el de la libertad, el don más gratificante que nos ha dado Dios,
siendo un caramelo muy dulce; pero que muchas veces se nos convierte en lo más
envenenado por sus funestas consecuencias.
Es muy triste y lamentable comprobar
que el joven o no tan joven cuando entran en el torbellino del sexo, lo primero
que hace es olvidarse de Dios, como si Dios y el sexo fueran enemigos y por lo
tanto no se les puede obedecer al mismo tiempo
El sexo es una energía arrolladora, placentera,
constructiva o destructiva, como todas las energías cuando no se usan adecuadamente,
como la eléctrica, la fluvial etc.etc.
El sexo es algo tan grandioso y misterioso como todo lo que hace Dios que si
no fuera por su ímpetu arrollador, no se engendrarían hijos, a veces, no
deseados, y en cuanto nacen, daríamos la vida por ellos.¡Por algo será!
Así cumplimos, sin pretenderlo, “El Crecer y
multiplicaos”. ¡Cosas de Dios!.
Aunque muchos critiquen a la Iglesia porque aconseja
una moderación y control en el uso del
sexo, como deberíamos hacerlo con el coche, sepan que lo hace para nuestro bien propio, como sería para que no
caigamos en la promiscuidad, el amor libre, el aborto, el adulterio o
infidelidades que siempre terminan en tragedias y por lo tanto en la manos de
Satanás.
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