Se habla
de tantas cosas y con tanta insistencia que aburren; pero existen ciertos temas
que aunque siempre han sido tabú, hemos
pasado de lo prohibido, a ser casi el tema del día y en convertirse en una
asignatura obligatoria como es el sexo con lo del preservativo, la píldora, el
aborto y prácticamente el Amor Libre, como si fuera lo único importante.
El sexo
ni da de comer, ni crea riqueza y yo diría que ni da placer por las consecuencias
funestas cuando no sólo no se sabe dominar, sino que hasta se está fomentando y crean tantos
problemas y tragedias familiares.
El sexo
es tan importante que sin él no existiría la vida.
Es algo tan sublime que raya con lo divino; pero, posiblemente, para humillar un poco nuestra posible soberbia, tenemos que pasar por el revolcón para engendrar nuevas vidas.
Es algo tan sublime que raya con lo divino; pero, posiblemente, para humillar un poco nuestra posible soberbia, tenemos que pasar por el revolcón para engendrar nuevas vidas.
Existe
una realidad tremenda, terrible para la mayoría e ineludible para todos y un
tabú intocable: LA MUERTE.
La
muerte es lo único importante que nos va a suceder a todos, queramos o no y sin
embargo muchos la temen porque al no creer en Dios y que por lo tanto
todo se acabó, se aferran a esta, a veces, perra vida, como una lapa. O también
porque temen que si Dios existe… y ellos…
Los creyentes y que han llevado una vida
como Dios manda, deberían esperar la muerte, no como una tragedia, sino como una
puerta que fácilmente podrán abrir
porque llevarán la llave adecuada para abrirla y entrar, no en un palacio
suntuoso, sino en el REINO DE LOS CIELOS y ser recibidos nada menos que por el
mismo Dios.
Los que lleguen sin llave, pero si se arrepienten sinceramente y pidan perdón ante la puerta de la muerte, tengan
la seguridad de que algún sereno acudirá a su llamada y se la abrirá.
Ciertamente
habrá tenido que dejar muchas cosas buenas; pero también se verá libre de otras
muchas malas o muy malas. De todas formas la compensación no es comparable.
Cuando se ama de veras a Dios, a
Jesucristo y a la Virgen,
no deberíamos tener miedo a cruzar esa puerta, porque además, llegará, si
tenemos plena confianza en Dios nuestro Padre, cuando más nos convenga.
Todo
es cuestión de fe y no perder el contacto con lo de arriba, aun teniendo los
pies en el suelo, pensando que lo que nos espera sobrepasa todo pensamiento y
deseo.
El día que lleguemos a desear lo que
deseó San Pablo cuando dijo: “Cupio dissolvi et esse cum Christo” Deseo morir
para estar con Cristo. O aquello de Santa Teresa: “Tan alta vida espero, que
muero porque no muero.” Entonces
habremos perdido el miedo a la muerte.
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