martes, 18 de septiembre de 2018

HEMOS PASADO DE LO PROHIBIDO A LO MÁS FOMENTADO

                    
         Se habla de tantas cosas y con tanta insistencia que aburren; pero existen ciertos temas que aunque siempre han  sido tabú, hemos pasado de lo prohibido, a ser casi el tema del día y en convertirse en una asignatura obligatoria como es el sexo con lo del preservativo, la píldora, el aborto y prácticamente el Amor Libre, como si fuera lo único importante.

         El sexo ni da de comer, ni crea riqueza y yo diría que ni da placer por las consecuencias funestas cuando no sólo no se sabe dominar, sino  que hasta se está fomentando y crean tantos problemas y tragedias familiares.

         El sexo es tan importante que sin él no existiría la vida.

       Es algo tan sublime que raya con lo divino; pero, posiblemente, para humillar un poco nuestra posible soberbia, tenemos que pasar por el revolcón para engendrar nuevas vidas.

         Existe una realidad tremenda, terrible para la mayoría e ineludible para todos y un tabú intocable: LA MUERTE.

         La muerte es lo único importante que nos va a suceder a todos, queramos o no y sin embargo muchos la temen porque al no creer en Dios y que por lo tanto todo se acabó, se aferran a esta, a veces, perra vida, como una lapa. O también porque temen que si Dios existe… y ellos…
        
Los creyentes y que han llevado una vida como Dios manda, deberían esperar la muerte, no como una tragedia, sino como una puerta que  fácilmente podrán abrir porque llevarán la llave adecuada para abrirla y entrar, no en un palacio suntuoso, sino en el REINO DE LOS CIELOS y ser recibidos nada menos que por el mismo Dios.

Los que lleguen sin llave, pero si se arrepienten sinceramente y pidan perdón ante la puerta de la muerte, tengan la seguridad de que algún sereno acudirá a su llamada y  se la abrirá.

         Ciertamente habrá tenido que dejar muchas cosas buenas; pero también se verá libre de otras muchas malas o muy malas. De todas formas la compensación no es comparable.

Cuando se ama de veras a Dios, a Jesucristo y a la Virgen, no deberíamos tener miedo a cruzar esa puerta, porque además, llegará, si tenemos plena confianza en Dios nuestro Padre, cuando más nos convenga.

 Todo es cuestión de fe y no perder el contacto con lo de arriba, aun teniendo los pies en el suelo, pensando que lo que nos espera sobrepasa todo pensamiento y deseo.

El día que lleguemos a desear lo que deseó San Pablo cuando dijo: “Cupio dissolvi et esse cum Christo” Deseo morir para estar con Cristo. O aquello de Santa Teresa: “Tan alta vida espero, que muero porque no muero.” Entonces  habremos perdido el miedo a la muerte.

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